Cuando se trata de restaurar y pintar una pared, una habitación o una casa, se debe empezar por la estructura (rajaduras, humedad, mampostería); de lo contrario, cualquier solución será parcial y el arreglo notorio y de muy corta duración. Del mismo modo, la estructura del rostro, que se estira y desciende con el paso del tiempo, debe ser restaurada. La cirugía se encarga de reposicionar las estructuras profundas y que dan sostén al rostro. En la cirugía actual, ya no se "estira" la cara hacia atrás dejando un rostro antinatural, sino que se reposicionan los tercios laterales de la cara hacia un estante superior, de donde han descendido. Para ello podemos valernos de técnicas convencionales tanto como de recursos novedosos (hilos, etc.) y será crucial la elección de esos recursos por parte del cirujano. Una vez que se ha logrado ésto, todos los otros tratamientos no quirúrgicos completarán un excelente resultado.

Pero cuidado: El resultado natural, elegante y no evidente DEBE ser el obtenido. Esto sólo se logra a través del arte personal del cirujano, quien combinará esa cualidad con su sabiduría y experiencia. La tecnología no ha conseguido reemplazar al arte. La frase que mejor define el resultado es la que dicen las amistades del paciente: "...no sé  qué te has hecho, pero te ves espléndida."

Muchos tratamientos han retrasado y disminuido la envergadura de la antigua cirugía. Pero si hay un sector que sigue siendo patrimonio fundamental de la cirugía son los párpados. 

Con incisiones mínimas y  desapercibidas se consigue lograr un resultado totalmente natural. Hoy hacemos técnicas muy modernas para corregir el aspecto de cansancio que dan las bolsas de los párpados. Y es a través de esta intervención que también corregimos los surcos que se forman entre las mejillas y la boca (nasogenianos). De rápida recuperación (aunque no tan rápida como la del lifting facial), esta cirugía permite continuar con la actividad habitual del paciente en lineas generales.

Si bien el talento del cirujano siempre es primordial, es en esta cirugía donde la principal cualidad del operador debe ser la prudencia.

Esta cirugía requiere de gran planificación, y de una exquisita técnica sumamente delicada para lograr el resultado natural. Aquí es donde más se requiere arte, prudencia y experiencia. 

Si bien es común realizarla como única intervención, suele hacerse en forma combinada con el lifting facial.

El resultado de la cirugía de los párpados es el más duradero de todos los tratamientos, muchas veces para el resto de la vida.

Si bien los pacientes en general no quieren cambiar su aspecto, la modificación de zonas como la nariz, las orejas, el mentón, los pómulos, introducirán cambios definitivos en el rostro.  Cualquier modificación importante puede producir un conflicto con el propio esquema corporal y el paciente no "encontrarse" con quien era hasta el momento de la cirugía.

Por ello, aquí es donde más se requiere del talento artístico del cirujano, para que pueda encontrar la modificación adecuada que encaje perfectamente en el rostro del paciente, sea totalmente natural y no evidente, y definitivamente agradable. Belleza es por definición armonía y perfección que inspiran admiración y deleite. Hará falta entonces un artista cirujano que logre este cometido. Modificar la nariz, agrandar el mentón, "pegar" las orejas, aumentar los pómulos no es mayormente difícil. Hacerlo con armonía, naturalidad, sentido estético y respetando el rostro del paciente para que "no sea otra persona" se compara con uno de los siete trabajos de Hércules.